Tras la aparatosa caída de un escenario el pasado febrero, el cantautor español Joaquín Sabina concedió su primera entrevista al periodista Jorge Évole a quien hizo revelaciones sobre el accidente y cómo la está pasando con el encierro por el coronavirus.

Como ocurre en República Dominicana, donde sectores del arte han reclamado al gobierno su inclusión en los programas de ayuda, Sabina se extraña de que el presidente Pedro Sánchez y los ministros españoles no hayan mencionado a este sector en sus planes.

“Estoy echando mucho de menos que en estos días que todos los ministros y el presidente salen diciendo las ayudas que van a tener todos, a nadie se le ha ocurrido decir que la cultura, los cantantes, los pintores, los cineastas, los artistas en sentido general se han quedado con el culo al aire y sin saber cómo tapárselo”, se queja el artista nativo de Úbeda.

Considera que alguien debería pensar que, aparte del turismo, uno de los valores más importantes y serios que tiene España para exportar es la cultura. “Así que, por favor, bromas sobre eso, no”.

Como millones de personas el cantante está confinado en su hogar de Madrid, situación que, confesó como atroz no poder ver y darles besos a sus hijas y a una “manojillo de amigos a los que me gusta ver”.

“Confieso que vivo aislado, porque no uso redes sociales, no las leo, pero aparte de lo que pueda pensar mucha gente llevo muy bien la soledad. “Me gusta estar en casa, escribiendo o leyendo un libro en un rincón, la soledad no es el problema, el problema es la prohibición de abrazar y besar a la gente que amas”.

En son de broma pide a quien corresponda, ya sea el rey o el alcalde de la ciudad que le den el carnet de “ciudadano ejemplar”, porque no habla con nadie y desde el primer día de la cuarentena no ha pisado la calle.

“Llevo más tiempo encerrado que los confinados, desde el 12 de febrero, porque primero fue el hospital, ahora estoy haciendo hasta gimnasia, cosa que me avergüenza mucho. No es una gimnasia de esas que salen en la tele, sino dar cuatro vueltas en la casa antes de salir a aplaudir a los sanitarios”.

En estos momentos no escribe tanto ya que el confinamiento, dice, sirve más para la meditación personal, para los diálogos con uno mismo que para hacer cosas para el exterior. “Sirve para hacer un repaso de tu vida, de qué cosas te avergüenzan y cuáles no, y estar muy preocupados con el día después. Nos lo están atrasando mucho, nos dicen que el modo de vida que conocíamos y amábamos, es decir las noches, los bares, abrazarse, besarse, todo eso va a cambiar sustancialmente y eso sí me asusta mucho, porque mis momentos favoritos son ir a un restaurante con 15 amigos y tirarnos cuatro horas de sobremesa brindando”, confiesa.

Évole le recuerda los versos de Esta noche contigo, una canción premonitoria del poeta y cantor:

“Que no arranquen los coches

Que se detengan todas las factorías

Que la ciudad se llene de largas noches

Y calles frías

Que se enciendan las velas

Que cierren los teatros y los hoteles

Que se queden dormidos los centinelas

En los cuarteles

Ahora que no hay vacunas ni letanías”.

“Eres el segundo que me lo dices, pero tú además me lo has explicado, porque yo había pensado en alguna que otra canción que tenía, por ejemplo: ‘Quién me ha robado el mes de abril’, ya lo sé, el cabrón del coronavirus”, ríe.

Sobre la pandemia le duele mucho la incertidumbre de la gente más desasistida, a la que ni siquiera pueden enterrar, “con un cierto rito de amor”, dice.

“Me parece que los sanitarios lo están haciendo increíblemente bien y aparte del aplauso de las ocho de la tarde, que lo hago cuando puedo, no sabe uno cómo agradecerles tanto y me duele muchísimo que la parte que peor lo está pasando son los ancianos de los centros, más o menos geriátricos, porque esos fueron los que salvaron a muchísimas familias de la crisis económica anterior, cuidándole los niños o dándole la pensión para que comieran y ahora esta cabrona crisis se está cebando con ellos de una manera insoportable”.

actualmente Sabina lee “El hijo del siglo”, de Antonio Scurati, un análisis de la personalidad de Mussolini

Sobre caída del escenario

Joaquín Sabina piensa que el accidente que sufrió en febrero pasado cuando presentaba un concierto junto a Joan Manuel Serrat, en el Wizink Center, de Madrid, fue un error.

“Creo que cometí un error, Serrat dice que no, que fue una cosa muy rara, pero llevo casi cuarenta años en esto, antes de salir al escenario pienso que eso puede suceder y siempre estoy atento y debí cometer algún error, sé que me enredé en un cable y que al siguiente paso me pegué el ostión y fue más fuerte de lo que pensáis, tengo hasta titanio”, ríe de buenas ganas.

No recuerda nada de lo ocurrido después de la caída que motivó su ingreso a la unidad de cuidados intensivos con el hombro izquierdo roto y un hematoma craneal que requirió una operación.

Aute, el tipo más artista

Sobre el fallecimiento de su colega y amigo Luis Eduardo Aute, Sabina lo recuerda como un gran artista y creador 24 horas al día.

“Aute era un gran amigo, además un tipo estupendo, el tipo más artista del último pelo hasta la uña del pie que he conocido, desde que se levantaba hasta que se acostaba no pensaba más que en la canción, en el cuadro o en la película que soñaba. Era 24 horas al día creando, un artista químicamente puro”, recuerda.

Aprovecha la entrevista en televisión nacional, la última que dará, asegura a Évole, para enviarle palabras de aliento a Marichu, la compañera de Aute. “Quiero mandarle desde aquí un beso tremendo a Marichu, a la que de ninguna manera le llamaré su viuda, porque siempre ha sido y sigue siendo su mujer”, manifiesta.

Con relación a la muerte, asegura llevarse fatal con ella. “No quiero saber nada de ella, además me parece un crimen atroz y una injusticia, no tengo ninguna intención de morirme, que se muera la muerte”.

 

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Periodista, Locutor, RRPP, Productor radial. Vicepresidente Academia Dominicana de Periodistas de Arte y Espectáculos (Adopae). Editor periódico El Nacional. Miembro de la Academia Latina de la Grabación (Grammy Latino).